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viernes, 11 de octubre de 2013

EL RELATO COMIENZA


No era la primera vez que Manolo pasaba por allí. Sabía que en cualquier momento se encontraría un alto en el camino y lo harían esperar unos minutos. Por eso siempre intentaba salir con tiempo suficiente para no ir con prisas. Le gustaba llegar con la carga antes de la hora convenida para no tener que jugarse la vida en la carretera. Pero no siempre dependía de él. Esa mañana escuchaba un nuevo disco de su artista preferido que había comprado la tarde anterior mientras paseaba por el centro comercial haciendo tiempo antes de cargar el camión. Cuando Rosa lo paró en la autovía a medio construir sonaba en la voz desgarrada del artista la primera canción del disco Mr. Hambre, “El Joraique”.  Era la tercera vez que la escuchaba, una detrás de otra, atrapado por la leyenda hasta ese momento desconocida para él de un bandolero morisco del siglo XVI, imaginándose sentado en la plaza de cualquier pueblo escuchando un trovador cantando las hazañas y desventuras de aquel perseguido por la justicia.
La vio con el brazo en alto sujetando la señal de stop. El chaleco fluorescente, el casco y la distancia que los separaban le impidieron reconocer la belleza de la mujer que cambiaría su vida. Fueron sus palabras las que lo atraparon para siempre en ese pueblo, por el que había pasado cientos de veces llevando cargas a Málaga.
-          Te toca esperar unos minutos Joraique – lo dijo con la naturalidad que dan las frases hechas.

-          ¿Cómo has dicho? – preguntó Manolo sorprendido al escuchar el nombre que hasta esa mañana le era totalmente desconocido.

-          ¿No vas bien del oído? He dicho que te toca esperar unos minutos.

-          No, no, digo sí, del oído voy perfectamente bonita. Me refería a como me has llamado

-          ¿Joraique? – preguntó Rosa sin mucho convencimiento.

-          Eso mismo, ¿por qué me has llamado así, conoces esta canción? – y le dio voz a la radio dejando a Juan Perro cantar la promesa que hizo el Joraique de poner fin a la guerra si le daban la llave que abría la cancela de su tierra.

-          Eso suena al Fary pero con menos ritmo – Manolo rió aquel comentario – lo de Joraique se lo digo a todo el mundo. De pequeña me contaron su historia y de los detalles recuerdo poco pero el nombre me tuvo que hacer gracia y sin poderlo remediar se me escapa sin querer. – y con la picardía escondida en sus palabras, añadió- En el pueblo dicen que en el fondo espero a un bandolero que me robe el corazón y por eso lo repito tanto, con la esperanza de que alguien se sienta reconocido. Pero si tienen razón lo llevo complicado porque hombres como aquel ya no quedan.